La esencia de la Contemplación

 

 La Contemplación es el camino místico que lleva a la experiencia del origen de lo divino, a la “esencia de cualquier forma” (Maestro Eckhart). Es un vivir y adaptarse al momento, a la presencia de la vida. Se trata de introducirse en el silencio que lleva al meollo de nuestro corazón en donde lo divino habita. Vivir desde el centro significa desarrollar el medio divino en la vida cotidiana. Para ello es necesario adiestrarse en el silencio, en el que imágenes, palabras y movimiento consciente se silencian, de forma que la oración se focaliza en el aquietamiento del cuerpo y la mente en atención amorosa. Para la práctica de la Contemplación, nos basamos en una forma de sentarse en silencio que se ha ido practicando por los místicos durante siglos. La práctica tiene tres elementos básicos:

  • El recogimiento de la conciencia mediante un solo foco, la respiración o una palabra.
  • La atención pura para crear un espacio para la “contemplación del puro Ser” o la “pura atención amorosa”.
  • Caminar, trabajar y hacer cada movimiento de una forma consciente.

La práctica puede llevar a un estado de conciencia, una pura percepción, una presencia que no juzga ni evalúa. Se trata de vivir en plena atención, incardinados en el presente, de forma que la comunión con el divino a través de la comunión con todos los seres se de. Para ello es necesaria la purificación de la conciencia, y el olvido del yo en el proceso del silencio interior, abriéndose al amor incondicional y la comunión con todo lo que existe. Este es un programa de compromiso personal con la Contemplación, que empieza con la práctica diaria del silencio interior, continua con el ejercicio de la atención en la vida ordinaria, y se refuerza con la opción de participar en tiempos intensivos de retiro de contemplación. Supone una transformación vital personal que permite la profundización en la vida religiosa y la transformación de la vida y de la conciencia. Si bien el enfoque especifico de este programa se basa en la experiencia y enseñanza de los místicos del medievo cristiano, la práctica está abierta a todos los que deseen participar en la práctica del silencio interior como búsqueda de un camino para la profundización espiritual, sea cual sea su perspectiva religiosa o espiritual. No se requiere ninguna procedencia o confesión específica. No obstante si se requiere una predisposición para experimentar la percepción del propio Ser con el fin de atravesar todas las capas y llegar a su esencia.

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